“Lo que le pasa a uno, nos pasa a todos”: Dolores Pérez Lazcarro
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“Lo que le pasa a uno, nos pasa a todos”: Dolores Pérez Lazcarro
Profesora de la materia “Resolución de conflictos, paz y desarrollo” en el ITESO, forma parte de la flotilla internacional que busca llegar a Gaza para entregar ayuda humanitaria y enviar un mensaje a nuestros gobiernos: “ustedes no están interviniendo, pues ahí vamos nosotros”.
Édgar Velasco
“Si nosotros dejamos que Gaza desaparezca, estamos dando permiso para que todo se haga”, dice Dolores Pérez Lazcarro. Lo dice de manera firme y más adelante lo reitera: “Si dejamos que arrasen Gaza, estamos dando permiso para que arrasen cualquier otro lugar del mundo, y ya está sucediendo”. Sucede en Sudán, en el Congo, pero también en Estados Unidos, con las políticas migratorias; en España, con el racismo; en México, con el trato que se les da a los pueblos indígenas. “¿Qué va a pasar el día que a alguien se le ocurra que los adultos mayores no sirven? ¿Los indigentes? Son un problema, ¿los eliminamos, no? Así ya nos quitamos el problema”.
Dolores Pérez Lazcarro es profesora en el ITESO, donde imparte la materia “Resolución de conflictos, paz y desarrollo”. La solidaridad, dice, la aprendió desde niña, en El Arenal, primero y en el barrio de La Capilla de Jesús, después. “Mis padres me enseñaron a ser solidaria con otras personas”, menciona, y cuenta que su experiencia, como docente y como feminista, la ha llevado a una forma de vida en la que tiene una convicción: “Lo que le pasa a uno, nos pasa a todos”. Sabe que la paz no tiene nada que ver con la paloma, por ejemplo, sino que implica toda una metodología en la que es importante “hablar de los conflictos, y hoy un conflicto del que es muy rancio hablar es el de Palestina, que se ha convertido en un conflicto prácticamente intratable”.
La académica muestra su solidaridad en los símbolos, como la cosmetiquera con diseño de sandía —fruta asociada a la bandera palestina— o la kufiya de hilos grises y negros que lleva en hombros y hace juego con su vestido verde. Pero también muestra su solidaridad en la acción: en junio pasado formó parte de la expedición a Rafah para exigir la apertura de un corredor humanitario, misma que fue reprimida por el gobierno egipcio, y en estos días está en altamar como parte del Global Movement to Gaza, movimiento que se ha aliado con la Freedom Flotilla, la Flotilla Global Sumud y la Flotilla Nusantara para navegar hacia Gaza y romper, o al menos intentarlo, el cerco que se ha impuesto alrededor de Palestina, entregar ayuda humanitaria y, lo más importante, “impulsar el término del genocidio”.
Has dicho que de alguna manera tu camino de vida te ha llevado a Gaza. ¿Cuál ha sido ese camino?
Lo veo de esa manera porque desde que era muy chica mis padres nos enseñaron a ser solidarios con otras personas. Mi mamá abrió la clínica del Seguro Social en El Arenal y era médico, enfermera, partera.¿Allí pasé una parte de mi infancia y vi cómo todo el mundo acudía con mi mamá. Ella nos crió a nosotros ayudando a otros. También de mi abuela recibí mucho. Cuando era chica a la colonia donde vivíamos, el barrio de La Capilla de Jesús, llegaron las personas a las que se les decía “los húngaros”, los gitanos, y cuando la gente decía “No te juntes con ellos”, mi abuela llenaba su canasta de cosas para entregárselas y convivir con ellos.
Después me fui a estudiar a Madrid, me ofrecieron un trabajo, pero yo decía: “No, es que necesitamos regresar y luchar por México”. Tengo una bisabuela wirrarika y yo quería trabajar el tema indígena. Todo eso me ha llevado a una forma de vida en la que puedo decir que lo que le pasa a uno, nos pasa a todos.
Busqué la oportunidad de ir a Gaza porque creo que es importante mandarle un mensaje contundente a nuestros gobiernos: si nosotros dejamos que Gaza desaparezca, estamos dando permiso para que todo se haga. Netanyahu ha violado todas las leyes, todo el andamiaje legal que se construyó después de la Segunda Guerra Mundial con tanto trabajo. Es como si hubiera tomado la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y la rompió en pedacitos y todo el mundo se lo permitió. Eso me preocupa muchísimo, porque es dar carta libre a otras y a otros para lo que se les ocurra.
Calificas el conflicto como “rancio”. ¿Qué hace tan complicado tomar postura ante algo que está ocurriendo a la vista de todos?
Primero, creo que hay una situación incuestionable: en este momento ya no es un conflicto ni una guerra, es un genocidio, es una limpieza étnica. Segundo, los intereses económicos de distintas potencias mundiales están metidos ahí.¿La mayoría de los países de la Unión Europea no está interviniendo fuertemente para que esto termine. Hemos visto algunos esfuerzos, por ejemplo, de España, por no comerciar armas con Israel, porque hacerlo es alimentar el genocidio, son armas para matar personas, y quiero dejarlo muy claro, son armas para matar mujeres y niñas, para que no se sigan reproduciendo.
Por otra parte, muchas instituciones tienen reserva de posicionarse por el hecho de que hay rehenes en Palestina, se sigue culpando a Hamas. Puede ser que las personas sigan pensando que es hiriente decir que defendemos Gaza, pero insisto, esto no es una guerra. ¿Con qué van a contestar los palestinos en Gaza? ¿Con una resortera, con una piedra, con arena? ¿Con qué entonces?
Más allá de lo que pudiera pensar cada institución, más allá de lo que pudiera pensar cada individuo, lo que tenemos que ver es quiénes están sufriendo. Ahorita están en grado 5 de hambruna, eso quiere decir que todos los días están muriendo entre 15 y 17 personas solamente de inanición. Más aparte el bombardeo, más aparte las balas cuando van a tratar de agarrar comida para su familia. Hay que dejar de lado la discusión de lo que hizo Hamas, porque en estos momentos en Gaza están masacrando a civiles, no a un ejército armado. Es la importancia de que le demos una oportunidad a la humanidad.¿Si dejamos que arrasen Gaza, estamos dando permiso de que arrasen cualquier otro lugar del mundo.
¿Qué pasa con los gobiernos, por ejemplo, el de México?
La presidenta de la República habla de abstenerse [de tomar una posición] porque hay que respetar la autodeterminación de los pueblos, pero esto no se trata de la autodeterminación de Israel. Esto es un genocidio. Cuando Pinochet dio el golpe de Estado en Chile, México rompió relaciones. Con Nicaragua se rompieron relaciones también por lo mismo. Se recibieron barcos llenos de inmigrantes durante la guerra civil española. Ahora estamos hablando de un genocidio. Entiendo que tenemos cerca a Estados Unidos, que es el principal apoyo de Israel, por eso está tan crecido, pero cuando la presidenta de la República habla de que está respetando lo que dice la Constitución y que está del lado de la paz, pues estar del lado de la paz es tomar acciones para que esta llegue.¿Queremos enviar un mensaje a nuestros países, a nuestros gobiernos: “Ustedes no están interviniendo, pues ahí vamos nosotros”.
¿Se puede reconstruir la paz en una situación como esta?
Lo primero es terminar con el asedio, es decir, Israel debe terminar con las matanzas de civiles. Por ahí empieza lo que sería la paz negativa de la que habla Galtung [es decir, la ausencia de guerra]. Después tendrán que entrar brigadas de especialistas, primero en alimentación, en recuperación psicológica, en todo lo que se refiere a empezar a cohesionar otra vez un tejido social que está roto pero que se mantiene porque la fuerza de la familia ahí está. Tendríamos que ayudar a que esas familias se unan y brindarles la oportunidad de restablecer sus derechos humanos: a la alimentación, al agua, a la salud, a la vivienda, todos los derechos humanos que fueron violentados por Israel.
Para reconstruir y para construir paz necesitamos ver que la gobernanza mundial no está funcionando. ¿Por qué estamos tan involucrados algunas mexicanas y mexicanos? Porque sabemos que el norte global falló.¿
¿Cómo pueden involucrarse las personas que no tienen posibilidad, por ejemplo, de embarcarse en la flotilla, la gente de a pie?
Lo primero es combatir la infoxicación. Ves tantas cosas, haces scroll y la conclusión es que no puedes hacer nada. No, amigas y amigos, compañeros y compatriotas: que nunca les digan que no pueden hacer nada. Puedes hacer cosas como compartir información, poniéndote una kufiya, que no dejemos de hablar de Gaza, tomar acciones, asistir a las movilizaciones. En Guadalajara está el Comité ProPalestina que organiza jornadas culturales, de información, de resistencia civil pacífica para todo lo que está sucediendo. Hay muchas formas de ayudar.
Si alguien puede apoyar económicamente, hay una página de crowdfunding para esta misión (https://gogetfunding.com/apoya-la-segunda-mision-del-global-movement-to-gaza/) porque somos voluntarios, todas y todos, no nos pagan por esto. Para nosotros sería importante que quien esté convencido, pero no pueda hacer más porque está trabajando o por lo que sea, pues en la flotilla habemos mexicanos y mexicanas que necesitamos el apoyo para poder cubrir los gastos del viaje y los gastos legales.
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